La controversia Chomsky-Hitchens:

Chomsky responde a Hitchens

 

Nota: Christopher Hitchens escribi� un ensayo en el Nation, y un ulterior comentario en la p�gina web del Nation…y entre a los quienes atac� en sus violentas denuncias estaba Noam Chomsky. Aqu� Chomsky responde...

Me han solicitado que respondiera a los recientes art�culos de Christopher Hitchens (p�gina web, 24 de Sept.; Nation, 8 de Oct.), y despu�s de rehusarme varias veces lo har�, aunque s�lo parcialmente, y reticentemente. El motivo de la reticencia es que Hitchens no puede estar creyendose lo que dice. S�lo por este motivo - hay otros que deber�an ser obvios - �ste no es el contexto adecuado para tratar temas serios relacionados con las atrocidades del 11 de Septiembre.

El hecho que Hitchens no puede estar pensando lo que dice est� claro, en primer lugar, por su referencia al bombardeo de Sud�n. No debe estar conciente de expresar un desprecio racista hacia las v�ctmas africanas de un crimen terrorista y no puede proponerse lo que sus palabras implican. S�lo esta atrocidad destruy� la mitad de las provisiones farmac�uticas de un pa�s africano pobre y los medios para reabastecerlas, con un enorme coste humano. Hitchens est� indignado porque compar� esta atrocidad con lo que llam� "la maldad y la terrible crueldad" de los ataques terroristas del 11 de septiembre (citando a Robert Fisk), agregando que el coste humano real en el caso de Sud�n s�lo puede conjeturarse porque Estados Unidos bloque� toda investigaci�n de la ONU y pocos estaban bastante interesados en perseguir el tema.Que el n�mero de v�ctimas sea horrible es dif�cil ponerlo en duda.

Aparentemente Hitchens se refiere a una respuesta que escrib� a varios periodistas el 15 de septiembre, una respuesta compleja porque las preguntas estaban llegando demasiado r�pidas para respuestas individuales. Esta [respuesta] fue publicada varias veces en internet, as� como lo fueron otras respuestas subsiguientes y mucho m�s detalladas. Dando esto por hecho, en el breve mensaje que Hitchens pudo haber visto, no elabor� [la respuesta] porqu� d� por sentado - correctamente, a juzgar por el intercambio subsiguiente - que fuera inecesario: los destinatarios entender�an por qu� la comparaci�n es bastante apropiada. Tambi�n d� por sentado que entender�an una obviedad impl�cita: cuando estimamos el coste humano de un cr�men, no solamente enumeramos a los que fueron literalmente muertos en el acto, sino tambi�n a los que murieron por consecuencia, es decir el sentido que adoptamos reflexivamente, y apropiadamente, cuando consideramos los cr�menes de los enemigos oficiales - Stalin, Hitler y Mao, para mencionar los casos m�s extremos. Si tan s�lo pretendemos ser serios, aplicamos los mismos est�ndards a nosotros mismos: en el caso de Sud�n tomamos en cuenta el n�mero de aquellos que murieron por las consecuencias directas del cr�men y no solamente los que fueron asesinados por los misiles Cruise. Una vez m�s, una obviedad.

Como hay una �nica persona que parece no entender, para aclarar agregar� unas pocas citas m�s desde la prensa principal.

Un a�o despu�s del ataque, "sin las medicinas aptas para salvar vidas [los medios destruidos] que se produc�an, el n�mero de v�ctimas despu�s del bombardeo ha continuado a subir en silencio... De esta manera decenas de miles de personas - muchas de ellas ni�os - han sufrido y muerto por malaria, tuberculosis y otras enfermedades curables... [La f�brica] suministraba medicamentos costeables para la gente as� como los medicamentos veterinarios disponibles localmente en Sud�n. Produc�a el 90 por ciento de los productos farmac�uticos principales de Sud�n... Las sanciones contra Sud�n hacen imposible la importaci�n de la cantidad de medicamentos suficiente que se precisa para tapar la seria brecha dejada por la destrucci�n de la f�brica... La acci�n llevada a cabo por Estados Unidos el 20 de agosto 1998 sigue privando a la gente de Sud�n de los medicamentos necesarios. Millones de personas deben estar preguntandose c�mo la Corte Internacional de Justicia de La Haya conmemorar� este aniversario" (Jonathan Belke, Boston Globe, 22 de Ago.1999).

"La p�rdida de esta f�brica es una tragedia para las comunidades rurales que precisan estos medicamentos" (Tom Carnaffin, manager t�cnico con un "conocimiento �ntimo" de la f�brica destruida, Ed Vulliamy et al., Observer de Londres, 23 Ago. 1998).

La f�brica "suministraba el 50 por ciento de los medicamentos de Sud�n y su destrucci�n ha dejado al pa�s sin provisiones de chloroquina, el tratamiento est�ndard contra la malaria", pero meses despu�s el gobierno laborista brit�nico rechaz� los pedidos de "reabastecer la chloroquina como ayuda de emergencia hasta cuando los Sudaneses puedan reorganizar su producci�n farmac�utica" (Patrick Wintour, Observer, 20 de Dic. 1998).

Y mucho m�s.

Proporcionalmente a la poblaci�n, es como si la red de Bin Laden, en un �nico ataque contra Estados Unidos, hubiese sido la causa de que "cientos de miles de personas - muchas de ellas ni�os - sufrieran y murieran por enfermedades facilmente curables", aunque la analog�a no es equitativa porque un pa�s rico que no sufre sanciones ni tiene negada la ayuda, puede reabastecer facilmente sus reservas y responder adecuadamente a semejante atrocidad - lo que, supongo, no habr�a ocurrido tan facilmente. Considerar la comparaci�n con el once de septiembre como escandalosa equivale a expresar un desprecio extraordinariamente racista hacia las v�ctmas africanas de un crimen chocante del cual, para hacerla peor, los responsables somos nosotros: como contribuyentes, por no proveer compensaciones masivas, por garantizar asilo e inmunidad a los autores y por permitir que hechos terribles se hundan tan profundamente en el pozo de la memoria que algunos, al menos, parecen ignorarlos.

Todo esto s�lo rasca la superficie. El bombardeo estadounidense " parece haber destruido la tendencia, que se estaba desarrollando lentamente, hacia un compromiso entre las facciones beligerantes de Sud�n" y puso fin a prometientes pasos hacia un acuerdo de paz que acabara con la guerra civil que ha dejado 1,5 milliones de muertos desde 1981, lo que podr�a haber llevado a la paz en Uganda y en toda la cuenca del Nilo".Aparentemente el ataque "ha destruido... los beneficios que se esperaban de un cambio pol�tico en el coraz�n del govierno islamico de Sud�n" hacia un "compromiso pragm�tico con el mundo externo" junto con esfuerzos para gestionar las crisis internas de Sud�n, "de acabar con el apoyo al terrorismo y de reducir la influencia de los islamistas radicales (Mark Huband, Financial Times, 8 de Sept.1998).

En este sentido podemos comparar el cr�men de Sud�n con el asesinato de Lumumba, que ayud� a hundir al Congo en d�cadas de masacres que a�n continuan; o con el derrocamiento del gobierno democratico de Guatemala en 1954, que llev� a 40 a�os de horrendas atrocidades; y a demasiados hechos parecidos m�s.

Apenas puede intentarse estimar el n�mero de v�ctimas colosal del bombardeo de Sud�n, incluso a parte las probables decenas de miles de v�ctimas sudaneses inmediatas. El n�mero completo de las v�ctimas es atribuible a este �nico acto de terror - al menos si tenemos la honestidad de adoptar los est�ndards que aplicamos apropiadamente a los enemigos oficiales.

Evidentemente Hitchens no puede estar pensando lo que dijo acerca de este tema. Por lo tanto podemos prescindir de ello.

Para tomar otro ejemplo, Hitchens escribe que "Me refer� a todo el negocio [de la guerra de 1999] como a una tir�nica persecuci�n de los Serbios!". Como �l sabe, esto es pura fabricaci�n. Los motivos que yo suger�a para esa guerra estaban citados de sus justificaciones oficiales al nivel m�s alto de Estados Unidos, incluyendo al Consejero de Seguridad Nacional Sandy Berger y el sumario final presentado al Congreso por el Secretario de la Defensa William Cohen. Por lo tanto tambi�n podemos prescindir de lo que Hitchens tiene por decir con respecto a este tema.

Como ejemplo final t�mese en cuenta la furia de Hitchens contra "los correos electr�nicos masoquistas que circulan a partir del barrio de Chomsky-Zinn-Finkelstein"; se uni� a periodicuchos radicales como el Wall Street Journal en lo que �l llama "racionalizar el terror" - es decir, considerar los rencores expresados por la gente de la regi�n del Oriente Medio, el rico hacia el pobre, el secular hacia el islamista, como el curso que seguir�a todo aquel que espera reducir la probabilidad de ulteriores atrocidades en lugar de intensificar simplemente el ciclo de la violencia con la din�mica acostumbrada, lo que lleva a cat�strofes a�n m�s grandes ah� y en otros lugares. Esta es una ofensa, explica Hitchens, porque "yo ya conozco" estos rencores - un comentario que tiene sentido exactamente en base a una suposici�n: que estas comunicaciones fuesen dirigidas unicamente a Hitchens. Sin ulteriores comentarios, podemos prescindir de sus ataques sobre estos temas.

En una acusaci�n Hitchens acerta. Escribe que "El cr�men [de Sud�n] estaba directa y s�rdidamente ligado al esfuerzo de un presidente deshonesto de evitar el impeachment (una conclusi�n diligentemente evitada por los Chomsky y los Husseini de la �poca)". Es cierto que evit� diligentemente esta especulaci�n, y continuar� haciendolo hasta cuando se facilite alguna evidencia significativa; y tambi�n evit� diligentemente toda la obsesi�n acerca de la vida sexual de Clinton.

Tal vez se pueda desenredar del resto alguna l�nea de argumentaci�n intencional, pero no har� este esfuerzo y no veo por qu� otros debieran. Como es evidente que Hitchens no toma en serio lo que escribe, no hay motivo para que lo haga alguien m�s. La reacci�n justa y sensible es la de considerar todo esto como alg�n tipo de aberraci�n y esperar que el autor vuelva al importante trabajo que muchas veces ha hecho en el pasado.

En el trasfondo hay asuntos de los cuales vale la pena hablar. Pero en un contexto serio, no en �ste.

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